sábado, 15 de agosto de 2009










Diario de Noticias de Álava


Brenan Duarte, artista multidisciplinar

"Puedes dominar el 'Photoshop', la cámara digital y el cincel, pero si no eres creativo..."

El artista vitoriano, en el entorno de las universidades.

Foto: David Moreno
Texto: David Mangana

¿Cuál es el impulso que le llevó a expresarse?
Desde muy pequeño tenía la necesidad de expresarme para mí mismo. De generar, de crear, de producir cosas. De contar historietas. Eso me viene en parte por mi padre, que era una persona muy creativa. Desde muy pequeño, a mí y a mis hermanos -somos familia numerosa y nos llevamos poca diferencia de edad- nos hacía concursos. Muchas tardes nos ponía en la cocina, porque entonces se hacía vida en las cocinas, y organizaba certámenes de pintura familiares. Luego él hacía de jurado, haciendo valoración de los trabajos. Era muy divertido. Y nadie ganaba ni perdía. Fue fundamental. Yo tenía muy claro que tenía que seguir en esto.

¿Cuándo vio que podía ser su camino profesional?
Yo planteé en mi casa que quería ser artista, hacer Bellas Artes. Pero en una familia humilde como la mía eso no podía ser. Mi padre, que también era un tipo con los pies en la tierra, muy terrenal, dijo "no, no, con eso no te ganas la vida, tú que dibujas muy bien vas a ser delineante de construcción". Él era albañil. Era una elección muy bien montada. "Así luego vas a trabajar conmigo". Muy a mi pesar tuve que tragar, pero era la única forma de tener unos estudios. Lo que ocurrió es que con 12 años yo ya estaba produciendo cosas, no exponiendo, lógicamente, pero produciendo de una forma seria, consciente. Salí de casa a los 19 y busqué la manera de compaginar trabajo -había que pagar alquileres de piso compartido-, sin dejar nunca de crear.

Hay mucha gente que se queda en la idea y no se sacrifica por su desarrollo, la deja pasar...
Esto es vocacional. Hoy en día, a nivel institucional se prima mucho becar a gente recién salida de Bellas Artes. Nuevas generaciones, nuevos valores... está muy bien, hay que hacerlo, pero la postura en la mayoría de los casos es "si no le ponemos una primera exposición en el museo éste igual deja de ser artista". A mí me parece mal. Todavía no he visto una beca para artistas que lleven diez años trabajando en su ciudad, que siguen creyendo en lo que hacen, que tienen que compaginar su creación con trabajos para llegar a fin de mes, que tienen que pagar por un estudio. No estoy de acuerdo en las etiquetas, ni que con unos ni con otros. Es injusto. El arte no puede tener edades.

Hay una búsqueda desesperada de lo nuevo, lo original...
Es una trampa. Yo pienso que cuando se empieza hay que pasarlo un poco mal. Si no tienes medios agudizas el ingenio al máximo y es cuando la creación está en estado puro. Buscas, con muy poco, contar mucho. Cuando te ponen una pasta gansa sobre la mesa dices "todo vale". Es muy fácil caer en esa trampa. Como el dinero ya está ahí, no me voy a pelear, voy a hacer una cosa que más o menos cuente, pero sin proyecto de base ni trayectoria.
Al artista recién formado no le da tiempo a enfrentarse a su trabajo...
Más que ayudas puntuales para justificar presupuestos anuales, sería más inteligente por parte de estos organismos generar una estructura de seguimiento. "Este tipo tiene vocación, lo que hace es interesante, cree en lo que hace, vamos a seguirle. ¿Cuánto pagas de alquiler? Te voy a ayudar para que no tengas que buscar un curro...pero lo justo".

Se parece al mecenazgo...
...que existía antes con el marchante y se ha perdido. Si haces un seguimiento del artista que cree en lo que hace estás realmente apoyando al arte. Si no, justificas presupuestos.

¿El arte que le emocionaba en sus primeros años sigue siendo el que lo hace ahora?
No estoy sujeto a modas. Es mi planteamiento inicial. Creación libre, en estado puro. Si quiero contar esto, porque es lo que necesito vomitar hoy, cuento esto. Igual lo que haga mañana no tiene relación muy directa, porque son series diferentes, hablan de diferentes cosas, uso diferentes materiales. Pero me parece que tiene que ser así. Cuando te dices "voy a crear una firma, un estilo que sea reconocible en todos los sitios. Un Brenan Duarte". Ya no es creación. La tendencia es todo lo contrario. Es de los marchantes, galeristas, comerciantes y mercaderes. Yo hablo de la creación en estado puro. Mi formación es autodidacta, arropada con muchos cursos y talleres. Eso ha ido enriqueciendo contenidos. Soy multidisciplinar. Hoy en día los creadores tenemos una suerte tremenda por la disponibilidad de medios a nuestro alcance, muy económicos, con los que poder hacer todo.

¿Cómo trabaja?
Construyo un proyecto, una idea, una serie sobre un tema, y luego elijo que herramientas utilizo para expresar mejor eso, para que llegue más directamente y yo quede satisfecho con lo que cuento. No soy ni escultor, ni fotógrafo, ni pintor...
No tira más por alguna vertiente...
La vertiente es creación. No me empollo los manuales. Las herramientas me interesan para hacer un uso concreto de ellas. No me interesa saber cómo funciona un programa. ¿Te preguntas cómo funciona el interior del taladro cuando haces un agujero en la pared? ¿Soy fotógrafo porque uso la cámara de fotos? Porque si hablas con los puristas te dirán que hay que saber revelar en blanco y negro, conocer las técnicas. A mí me gusta conocer la base, no puedes ponerte a trabajar sin ella. Tantos medios y herramientas tiene trampa. Puedes dominar el Photoshop , la cámara digital, el cincel. Puedes dominar la técnica, pero si no eres un tipo creativo...

¿Qué inquietudes quiere transmitir con su trabajo?¿Pensamientos personales, conceptos sociales?
Cuando haces una crítica social también estás poniendo una parte personal sobre eso, estás hablando de tí. Estás dando una opinión de algo que puede ser colectivo, público, pero con una forma de ver tuya. Siempre impregnas tu carácter en todo lo que haces. Hablas de tus vivencias, de tu vida, de tu familia, de tus amores, desamores, del miedo a la muerte... Llevo creando desde los 14 y me he dado cuenta de que yo siempre he estado haciendo poesía experimental. Pueden ser con un marcado criterio social o puramente estético-poético. Miro para atrás y, aunque son obras diferentes entre sí, siempre hay elementos comunes. Objeto. Descontextualizado. Carga irónica. Me gusta, no que la gente se ría a carcajadas, pero sí una sonrisa de complicidad.
Divertir es bueno para el arte...
Y haciendo sonreír a la gente se puede hacer mucha crítica. Puedes hablar de cosas muy dramáticas, muy serias, muy complejas, con sentido del humor, con ironía incisiva, con humor negro.

Más de un año para montar la exposición sobre poesía experimental, ¿cuesta desarrollar proyectos?
Siempre te das de bruces con las instituciones, porque la estructura burocrática es muy compleja. Lo que más cuesta es poner de acuerdo a departamentos, porque entre ellos mismos a veces no hay comunicación, no hay química. Te estás dando todo el día contra el muro. La estructura es muy densa, en pleno siglo XXI sigue siendo decimonónica. Nadie se moja y muchas veces no hay gente especializada, no saben de qué estás hablando. Sólo ponen el sello. Tienes que empezar adoctrinando, informando. Nadie quiere romper sus esquemas. Sobre todo falta escuchar.

Sus trabajos de comisariado van por lo público o por lo privado...
Es más fácil trabajar con empresas. Tienen más claro todo, para decirte sí o no. Tienen programas, estudios de viabilidad. Me gusta trabajar con gente más a pie de calle.
¿Qué aprende de los proyectos desarrollados con otros?
De todo. La lección adquirida, sobre todo, es que la maquinaria no se para, que seguimos apostando. La experiencia personal puede ser mejor o peor, pero, al final, te das cuenta de que lo importante es que se ha hecho, hacer. Bien o mal.
Suele quedar satisfecho de la consecución de sus proyectos o siempre le parece que ha quedado algo por hacer...
Soy muy obsesivo. Nunca considero que la obra está terminada, siempre se puede seguir...Pero hay que parar. Les ocurre a los hiperrealistas. El cuadro les sobrepasa. Y eso tampoco me parece bueno, porque te hace esclavo del arte. Y ante todo está la persona. Lo demás son invenciones para sobrellevarlo. La creación es un reflejo de dios o lo que sea. Yo también quiero ser un creador, pensar que se podía hacer un mundo, mejor o peor, pero diferente al que tenemos. Voy a crear un mundo para mí y para el que lo quiera disfrutar. Me fastidia que el arte se ponga en un pedestal. En ese sentido es un circo. El creador come, caga y folla como yo.
Fue uno de los impulsores de AMBA, que precisamente trataba de unir al arte y las personas...
AMBA nació para divulgar la valiosísima colección que tenemos en Vitoria. Se metió caña para que Artium existiera y hoy en día es una realidad. Su labor ahora es otra, divulgar y generar actividades para ayudar a gente que está creando en silencio cosas interesantes, que quiere contar, que está dispuesta a expresar por nada, por sentirse a gusto compartiéndolo. Parece que no, pero hay respuesta. Hay mucha gente que está trabajando de esta manera. Y el público se da cuenta de que lo que se organiza se hace desde abajo, de que con pocos medios se hacen cosas interesantes.

¿Cómo ve a Artium?
Artium lo está haciendo muy bien, de forma muy callada y hablando claro. No es un museo de envoltorio, es de contenidos. Especialmente Daniel Castillejo en su labor de mostrar los fondos. Crea expectativas. No hay que contarlo todo. Estamos saturados de imágenes pero estamos vacíos. Miramos pero no observamos. Me molesta que la gente hable mal de él cuando no ha ido a verlo.

¿Y al Museo de Bellas Artes?
Hace muestras muy interesantes, pero creo que necesita más impulso. Me da la sensación, y me duele decirlo, de que tiene una estructura muy formal. Las cosas se hacen bien pero tiene patrones muy establecidos, más institucionales.